Hacer ganchillo es algo de por sí maravilloso. Eso me parecía ya de niña, cuando veía a mi madre con sus teje manejes, haciendo bailotear la aguja mientras yo la imitaba.
Y me lo sigue pareciendo ahora.
Pero confieso que hay una cosa aún mejor que hacer ganchillo, y es hacer ganchillo en grupo. Entonces es maravilloso y mágico.
Ya lo hacían nuestras abuelas, y probablemente las abuelas de nuestras abuelas. Se sentaban juntas y tejían mientras compartían ideas, pensamientos y afectos.
En estos grupos se crea un clima especial, mágico, dónde el compartir con las demás te ayuda a relativizar, a desarrollar la empatía y crear lazos afectivos.
Con el hilo conductor que es el ganchillo, la labor, las conversaciones surgen fácilmente y la mente se relaja mientras las manos al son del ovillo y el ganchillo crean piezas únicas para nuestros seres queridos.
Y así, juntas, mientras tejemos y aprendemos nuevos puntos, vamos abriendo el corazón, respirando, y sintiendo en nuestras manos el suave tacto de la lana.
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